Body: | Asista a la Iglesia de Su Preferencia,
No Hay Ninguna Diferencia
Cuando Josué se dirigió a la nación de Israel por última
vez, dijo: «Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en
verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron
vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y
si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quien sirváis; si a los
dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado
del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo
y mi casa serviremos a Jehová» (Josué 24:14-15).
Josué no le dio al pueblo una elección entre servir a Dios
y escoger la idolatría. El dijo: «servid a Jehová». Pero, si usted
está insistiendo en rechazar al Dios del cielo, entonces escoja a quién
servirá. Realmente esto no importa. Usted puede servir a los dioses de los
Egipcios, a los dioses de los Amorreos, o a los ídolos de alguna otra
nación. Todos suman lo mismo - el rechazo a Dios y el suicidio eterno.
Si usted no va a hacer lo que Dios dice que haga, entonces escoja cualquier
cosa que lo haga feliz. Usted tendrá su recompensa aquí y nada en la
eternidad.
Este mismo principio se aplica con igual fuerza hoy día.
Dios así mismo se ha revelado a nosotros en una forma que es clara y
simple de entender (Efesios 3:3-4). El nos ha provisto con todas las cosas
necesarias para nuestra salvación (2 Timoteo 3:16-17). Se nos ha prohibido
que cambiemos en alguna forma lo que Dios ha revelado (2 Juan 9). Si usted
no está contento de permanecer en la doctrina de Cristo, pero desea
añadir o quitar de la palabra de Dios las doctrinas y mandamientos de los
hombres, entonces usted exactamente le añadirá cualquier cosa que desee.
Cámbiela donde quiera y como quiera que usted escoja. Siga cualquier
doctrina que le agrade y afilíese usted mismo con cualquier denominación
que para usted sea la mejor. Realmente esto no importa.
Usted puede escoger el llevar algún nombre hecho por el
hombre el cual no se encuentra en la Biblia como Bautista o Metodista o
Presbiteriano. Usted puede escoger seguir un falso profeta como José Smith
o Elena G. White. Puede decidir convertirse en Católico y dejar que el
papa haga todas sus decisiones en los asuntos religiosos. Usted puede aún
convertirse en discípulo de alguna religión Oriental que niega al único
y verdadero Dios. Quizás usted preferirá practicar el Judaísmo y
declarar servir a Dios mientras niega a Cristo. Si usted no a seguir a Dios
por medio de hacer lo que El manda, el fin resultante es siempre la misma
diferencia de lo que usted hace o no hace religiosamente. Por tanto, va a
la cabeza. Asista a la iglesia de su elección. Realmente no hay ninguna
diferencia con lo que escoja.
Pero, si está interesado en agradar al Padre en los cielos y
quiere ir allá cuando muera, entonces esto marca una diferencia - ¡la
eternidad! Jesús condenó a aquellos Judíos en Sus días que estaban
haciendo lo que les agradaba en la adoración antes que hacer lo que Dios
había mandado. El Salvador dijo de la adoración de ellos, «Pues en vano
me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres». Y otra
vez, «Toda planta que no plantó mi Padre Celestial, será desarraigada»
(Mateo 15:9,13).
Pablo reprendió a la iglesia en Corinto por estar dividida y
siguiendo a los hombres antes que al evangelio de Cristo (1 Corintios
1:10-15). Corrigió a los Gálatas diciéndoles que por apartarse del
evangelio hacia las enseñanzas de los hombres; habían sido cegados u
obstaculizados y que estaban rechazando el poder salvador del evangelio de
Cristo (véase Gálatas 1:6-9; 3:1-5).
Hay en el medio de toda confusión e incertidumbre en el
mundo religioso, un rumbo que los hombres podrían seguir el cual es
infaliblemente seguro. Este rumbo es leer la Biblia y luego hacer lo que
ella dice, todo lo que ella dice, nada más y nada menos. Dios ha prometido
descanso eterno a todos aquellos que le amen y obedezcan (Hebreos 4:1-3;
5:9).
Usted puede convertirse en miembro de la iglesia elegida de
Dios por medio de obedecer al evangelio de Cristo. Aquellos que obedecieron
a Dios en el día de Pentecostés fueron añadidos por el Señor a su
iglesia (Hechos 2:47). Si usted hace las mismas cosas que estas primeras
personas hicieron para convertirse en hijos de Dios (eso es, creer,
arrepentirse, confesar su fe delante de los hombres, y ser bautizados para
el perdón de los pecados), entonces el Señor lo añadirá a Su iglesia.
Por medio de continuar sirviéndole al Señor tal como El lo ha mandado en
Su palabra, el cielo será su hogar.
Josué conocía la tontería de la vanidad y la arrogancia en
exaltarse a sí mismo por encima de Dios. De esta manera, proclamó
audazmente: «...pero yo y mi casa serviremos a Jehová» (Josué 24:15b).
¿Le servirá usted a Dios como El lo ha mandado? Si no, entonces adore con
la iglesia de su elección. Realmente no hay ninguna diferencia entre tanto
que su destino eterno esté implicado. Usted se perderá porque rehusó
hacer la voluntad del Padre que está en los cielos (Mateo 7:21-23).
Por Michael L. Dubose
(Traducido por Jaime Restrepo)
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