Algunos Pensamientos Sobre la Oración (Parte 2)
La oración es la avenida a través de la cual uno se acerca al Todopoderoso. Debería ser aceptada con acción de gracias y reverencia. Los Cristianos deberían vivir en la atmósfera de la oración. Si vamos a apreciar y apropiarnos correctamente de la bendición de la oración, debemos entender la enseñanza de Dios sobre esta. ¿Quién puede orar aceptablemente y sobre qué condiciones puede ser ofrecida la oración aceptable al Dios Todopoderoso? En vista de que somos enseñados a orar, lo mas importante es que aprendamos a cómo orar. ¿Usa usted la oportunidad para orar? ¿Qué tan a menudo debería orar? ¿En armonía con la voluntad de Dios? ¿Considera usted la oración como uno de los privilegios brindados al pueblo de Dios? ¿Se siente usted como la declara Santiago, "La oración eficaz del justo puede mucho?" (Stg. 5:16).
¿Qué Es Orar? El Antiguo Testamento afirma que el pecado separa entre Dios y el hombre. Isaías 59:1-2 advierte, "He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultad de vosotros su rostro para no oír" (véase Salmo 34:15; 66:18; Prov. 15:29; 28:9). Esto también fue entendido durante los días que Cristo vivió sobre la tierra. El ciego de Juan 9:31 declaró de esta manera: "Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a ése oye". Esta declaración no fue desafiada ni aún por los enemigos de Jesús. Ellos aceptaron la veracidad de la conclusión - aún cuando fue pronunciada por el hombre que estaban tratando de enredar. Esta debe hacer sido cierta. Jesús oró, "... no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Luc. 22:42). El enseñó a Sus apóstoles a orar, "Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (Mat. 6:10). Pedro cita el Salmo 34:15-16 - Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal - (1 Ped. 3:12). Juan nos da confianza en la oración, "... porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él" (1 Juan 3:22). En estos pasajes, ¿Dios a quién a prometido escuchar? Yo concluyo, Dios escucha a la persona que cree y obedece Su voluntad. Al hijo de Dios extraviado le es dicho que se arrepienta y ore (Hechos 8:22). La mejor forma que yo conozco para contestar: "¿Dios oye (contesta) la oración del pecador?" es simplemente decir, "apártese el pecador de su injusticia y haga la voluntad de Dios, conviértase en hijo Suyo, y lo escuchará". Está fuera de duda que Dios oye la oración del justo. Siempre ha habido y siempre habrá una pregunta desafiante, "¿Oye Dios la oración del pecador?" ¿Por qué no borra la pregunta por medio de convertirse en hijo de Dios? La oración debe ser ofrecida con fe. Santiago dice, "Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor" (Stg. 1:6-7). "Sin fe es imposible agradar a Dios" (Heb. 11:6). ¿Podría uno con fe, tal como la incluye este pasaje, rehusar hacer la voluntad de Dios y aún esperar que Dios lo escuche? Claro que no. Si uno no creyó lo bastante para dejar el pecado y hacer la voluntad de Dios, ¿tendrá suficiente fe aún para orar expectante y sinceramente? ¿Podría orar con fe mientras rehusa vivir por fe? (2 Cor. 5:7). La oración debe ser con reverencia y temor reverente (Heb. 12:28), con resignación a Dios (Luc. 22:42), con contrición (Hch. 8:22), y humildad (Luc. 18:9-14), y en conformidad con Su voluntad. "Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye" (1 Juan 5:14). Esto ciertamente fue así en el Antiguo Testamento. "Si en mi corazón hubiese yo mirado la iniquidad, el Señor no me habría escuchado" (Sal. 66:18). "El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable" (Prov. 28:9). La conclusión es aparente. A un hijo de Dios le es concedido el privilegio de la oración. Puede orar, "Padre nuestro que estás en los cielos". Pero para uno ser hijo de Dios debe nacer de nuevo (Juan 3:3-5; 1 Ped. 1:22-23). Aún el hijo de Dios que se ha descarriado le es instruido que se arrepienta y ore (Hch. 8:22). Parece claro que la fe y la obediencia preceden a la oración aceptable. Después que uno se convierte en hijo de Dios, debe acercarse al Trono del Dios Poderoso con temor y reverencia. Pero cuando esto es hecho acorde a Su voluntad, "La oración eficaz del justo puede mucho" (Stg. 5:16). Pablo dijo, "orad sin cesar". "Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda" (1 Tes. 5:17; 1 Tim. 2:8). La oración es un privilegio y una parte vital de la vida de un Cristiano.
Por Leonard Tyler (Traducido por Jaime Restrepo) |